La Confesión de los pecados en el sacramento es el único modo ordinario con el que los católicos son perdonados del pecado grave y reconciliados con Dios y la Iglesia. Los niños se preparan para este sacramento antes de la celebración de la Primera Comunión y la Confirmación. Los feligreses registrados en la Catedral necesitan ser miembros activos en la vida de la parroquia durante un mínimo de seis meses antes de solicitar la inscripción en programas de preparación sacramental.